La oficina del futuro estará en la nube

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Tal como venimos viendo, la tecnología está avanzando a un paso exponencial y está brindando innovaciones que transformarán radicalmente la vida de los consumidores y las actividades empresariales.

Durante los próximos años a las empresas se les plantearán importantes retos y, al mismo tiempo, magníficas oportunidades para definir cómo serán las oficinas del futuro.

No caben dudas de que la tecnología permitirá a las compañías reinventar sus modelos de negocio y descubrir nuevas fuentes de crecimiento.

Por tal motivo, todos los actores del mercado deberán tomar conciencia de que los inmuebles del futuro serán inmueblesinteligentes’, tanto desde un punto de visto organizativo que facilite la vida de los empleados, como desde una visión externa, adaptados a los requerimientos de un mercado global y en constante cambio.

Diversificación

Las compañías tenderán a ensamblar sus oficinas principales dentro de un proyecto más amplio, que cuente con el apoyo de una red de superficies flexibles y adaptables, como espacios de trabajo compartido, oficinas externas, etc.

Poco a poco, las oficinas del futuro serán más ágiles, estarán más dispersas y permitirán a sus empleados centrarse de forma más nítida en la creación de valor, donde los empleados y los expertos externos se reunirán para crear y colaborar, con apoyo de tecnologías como la realidad virtual y la realidad aumentada.

La forma en que las empresas estructuren sus sedes y plantillas puede darles una ventaja competitiva y aquí entra en juego el factor de la atracción del talento.

Cada vez será más importante contar con espacios con diseños adaptados a las nuevas generaciones y servicios diferenciales, que permitan atraer y retener a los empleados adecuados. El lugar de trabajo se convertirá en la mejor forma de captar a los mejores profesionales, y cada vez será más frecuente que las oficinas estén dotadas de mayor variedad de marcos de trabajo y toda una gama de equipamientos y espacios recreativos.

Integración

El otro impacto determinante que tendrá la tecnología en los espacios de trabajo será la plena integración en el día a día de las oficinas.

Los edificios inteligentes se convertirán en la norma y mejorarán la eficiencia operativa y la sostenibilidad de los activos.

Se podrá optimizar la gestión del edificio, ya que se podrá saber por ejemplo, qué salas han sido utilizadas y reforzar o anular la limpieza del espacio. Una tendencia hacia la personalización que parece imparable.

En este sentido, se pueden vaticinar importantes usos que la tecnología podría suponer para una compañía. El uso de los móviles y la geolocalización abrirá indefectiblemente un mundo de posibilidades.

A corto plazo, los edificios serán capaces de combinar los datos de ubicación con información de las bases de datos corporativas y las redes sociales para diseñar interacciones entre los miembros del personal.

Los edificios se convertirán en redes sociales físicas capaces de informar a un empleado que trabaja en un proyecto de que un especialista desconocido anda cerca.

Las compañías podrán diseñar la colaboración y posicionar sus edificios como activos en tiempo real que pueden impulsar el éxito del negocio, en lugar de ser centros de costos inertes.

La oficina del futuro estará en la nube

Para ser exactos, en definitiva el día de mañana no se trabajará en la oficina tal y como se trabaja en estos momentos. Porque habrá cambios en la forma de organizarse y de realizar tareas. Las oficinas del futuro se distinguirán por fomentar la relación entre personas y por estar equipadas con lo último en tecnología y gestión.

Ésa será la oficina del futuro, instalada en la nube, y capaz de generar valor agregado; alejándose de la quietud, tomando dinamismo y adquiriendo protagonismo.

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